La literatura acerca de las TIC tiende a presentarlas como un gran
factor igualador de oportunidades de la población. Según algunos autores esta
potencialidad incluye oportunidades para acceder a materiales de alta calidad
desde sitios remotos; aprender independientemente de la localización física de
los sujetos; acceder a un aprendizaje interactivo y a propuestas de aprendizaje
flexibles; reducir la presencia física para acceder a situaciones de
aprendizaje; desarrollar servicios para el aprendizaje que permitan superar la
situación de acceso limitado a la información que tienen principalmente los
países pobres; generar mejor información sobre los progresos, preferencias y
capacidad de los aprendizajes, posibilidad de evaluar y certificar los
aprendizajes on-line y usar las TIC para incrementar la eficiencia, el
mejoramiento del servicio y la reducción de costos. Pero además de
democratizadoras, las TIC también incrementarían los niveles educativos debido
a los cambios que generarían en los procesos y estrategias
didácticas-pedagógicas implementadas por los docentes, en la promoción de
experiencias de aprendizaje más creativas y diversas y en la posibilidad de
propiciar un aprendizaje independiente y permanente de acuerdo a las
necesidades de los sujetos.
Es importante plantear una visión social de las TIC en un momento en que
estas reciben creciente atención de los gobiernos, las empresas y las
organizaciones de la sociedad civil. De acuerdo a esta visión, las TIC no son
una solución mágica a los problemas del desarrollo sino que son herramientas
que pueden aumentar o bien disminuir las desigualdades (sociales, económicas)
existentes. Es decir, las TIC no son inherentemente beneficiosas para los
procesos de desarrollo. Sin embargo, es evidente que las TIC han llegado para
quedarse y, por tanto, se requiere de una visión que las ponga al servicio del
desarrollo humano. Al respecto, se ha planteado que una visión social de las
TIC supone cuatro elementos centrales:
a) ir más
allá de la conectividad (lo que requiere acceso equitativo, uso significativo y
apropiación social);
b) promover
ambientes habilitadores (lo que requiere integrar las TIC en las prácticas
sociales existentes, utilizarlas como parte de una visión estratégica de la
comunicación, incluirlas en programas que promuevan la participación social y
en un marco ético de solidaridad);
c)
minimizar las amenazas y posibles consecuencias negativas de las TIC (tales
como la profundización de las desigualdades, la homogenización de la cultura,
la parálisis de los individuos y las organizaciones producto de la saturación
de información y el aislamiento de los individuos de su “mundo real”); y,
d)
maximizar los resultados positivos de las TIC (tales como la participación en
un mundo más amplio y la participación en nuevas formas de trabajo
colaborativo).
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